Con 96 anos de idade faleceu o pasado 7 de abril José Luis Sampedro: humanista, economista, escritor, defensor das bibliotecas... Foi quen de conectar con todas as xeracións sin problema de idade xa que era un observador incansable e crítico de todo o que lle rodeaba ... Tiña unha mente xove que asomaba a través dos ollos e do sorriso...
O primeiro que lin de Sampedro foi "O sorriso etrusco" no que con especial sensibilidade se narra o achegamento dun aspero e duro campesiño italiano ao seu neto, cando chega a casa de seus fillos para unha revisión médica na cidade. O vello enfermo aprende a través do seu neto Bruno a sentir toda a ternura que este lle inspira e que nunca antes fora quen de expresar.
Cando nunha entrevista lle preguntaron porqué escribía, respondeu que por unha forte necesidade, a necesidade de expresarse ... e que cando hai anos e xa maior, lle fallou o corazón, dixo que se preguntara porqué vivír?... e despois de pensalo dixo: para seguir medrando e aprendendo. E nunca parou de expresarse, de observar, de medrar e aprender... Ese é o seu legado para nós e a súa derradeira lección .
Coa perspectiva que lle daban os seus anos podía pasar de escribir literatura a analizar a economía, non se separaba da realidade, podía defender as bibliotecas, falar do Prestige, podía indignarse pola deriva da sociedade:
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"Hay una cosa que me preocupa: hasta que punto se están destruyendo los valores básicos. No hablo de derechos humanos, sino de la justicia, la dignidad, la libertad... que son constitutivas de la civilización . La barbarie es atacar los valores de la civilización"
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«actualmente, en Europa y fuera de ella, los financieros, culpables indiscutibles de la crisis, han salvado ya el bache y prosiguen su vida como siempre sin grandes pérdidas. En cambio, sus víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos (...). No se eliminan los paraisos fiscales, ni se acometen reformas importantes del sistema. Los financieros apenas han soportado las consecuencias de sus desafueros. Es decir, el dinero y sus dueños tienen más poder que los gobiernos. ¡INDIGNAOS!, les dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la resistencia contara el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas».
Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura?
Cando se plantexou que as Bibliotecas tivesen que pagar un canon por prestar os libros, Sampedro escribeu este manifesto que transcribo:
"Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas.
Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.
Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.
Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.
Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto:
¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo?
¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?
¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?
¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?
¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura?
¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos?
No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.
Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.
¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!
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